PARA SER LEIDO EN VOZ ALTA EN EL HOMENAJE A MANFREDO SOMMER

30 de enero de 1998

Nunca me he caracterizado por haber sabido estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.
Sirva de ejemplo el día de hoy. Yo ahora no debería estar escribiendo estas líneas. Primero, porque no sé hacerlo, y segundo porque me apatecería otra cosa.
Lo que realmente me apetece, lo que de verdad me pide el cuerpo, es estar ahora ahí, con todos vosotros en ese homenaje. Ese es el sitio adecuado y ahora es el momento oportuno. ¡Siempre me pierdo lo mejor!
Quisiera estar con vosotros para aplaudir a Manfredo Sommer.
Me gustaría unirme a los que estáis ahí alrededor de MI AMIGO (obsérvese cómo cargo de contenido la palabra amigo) para unir mi aplauso al vuestro y añadir mi cariño y mi admiración a la que vosotros le profesáis para que él sienta, como una caricia en la barriga, el calorcito del cariño de los que le queremos y le admiramos.
Manfredo Sommer es mi amigo.
¡Ahí queda eso!
Esto, además de ser una constatación y una afirmación es también un farde. Lo digo para chulear.
Yo soy amigo de Manfredo. Es algo de lo que presumo y por lo que me siento halagado y profundamente honrado.
He compartido con él muchos y bellos momentos de amistad y de camaradería. Interminables conversaciones al calor de unos cubatas en aquella Barcelona de los dibujantes y las agencias, cuando éramos ligeramente más jóvenes que ahora. Aquellas charlas apasionadas y apasionantes sobre lo divino y lo humano…
Tenemos mucho hablado y mucho reído.
Siempre he admirado a Manfredo Sommer. Desde el primer día. No soy el único. Somos muchos los que siempre le hemos admirado. Manfredo es admirable. Es en nuestra profesión toda una institución.
Por eso ahora me gustaría estar ahí con él y con vosotros, para levantar mi copa (un cubata) y brindar por Sommer, por el gran pintor, por el maravilloso ilustrador, por el asombroso dibujante, por el inteligente escritor, por el maestro de historietistas, por el curioso y atento viajero, por la excelente persona, por el caballero andante, por el buen amigo…
¡Brindo por mi amigo! Por mi viejo y querido amigo Manfredo Sommer.
Manfredo era, es, ese compañero que siempre va por delante de ti. Sabía más cosas que tú, era más culto que tú, dibujaba mejor que tú y además era más guapo. Es cierto. Y además era más elegante.
Es, era, el amigo del que puedes aprender muchas cosas, del que te enriqueces con su trato, el que con su compañía te hace mejor. Es el gran conversador que sabe cosas, que las sabe explicar, que ha reflexionado sobre ellas, que las ha visto. Es el hombre culto. Es la inteligencia. Es la sensibilidad.
Véanse sus historietas. Léanse sus historietas. No digo véanse sus pinturas u otras facetas de su talento porque no es fácil encontrarlas. Su pintura, sus ilustraciones, no sé dónde estarán.
Pero sus historietas están ahí, en las colecciones de los gourmets. Véanse.
Véase Frank Cappa. Léase. Pocas veces la historieta –ni la nacional ni la internacional- ha dado textos y argumentos tan bellos como los que nos ha regalado Manfredo. Pocas veces se han contado en historieta relatos tan bien narrados, tan bien matizados, tan apasionantes, tan inteligentes, tan bien escritos. Con tanta sensibilidad.
Y tan bien dibujados, tan asombrosamente bien dibujados. Tan envidiablemente bien dibujados.
Si alguna vez la historieta para adultos ha sido adulta ha sido cuando ha salido del pincel y de la pluma de Manfredo Sommer. Me estoy refiriendo al álbum BRASIL, al álbum VIET-SONG. Me estoy refiriendo a relatos como VICTIMAS Y HEROES…
Pocas veces se han contado en un tebeo historias con tanta fuerza, con tanta poesía, con tanta humanidad.
En este homenaje tenía que leerse en voz alta, mejor dicho, proyectar sobre una gran pared para leerla, verla y compartirla todos al mismo tiempo, por ejemplo esa historieta VICTIMAS Y HEROES. Verla, leerla y aplaudir… Y después dar un beso a Manfredo. Y los que también hacemos historieta, verla, leerla, aplaudir, dar un beso a Manfredo y después irnos a llorar de envidia.
Me parece muy bien que se haga este homenaje a Manfredo Sommer.
Si alguien en nuestra profesión lo merece es él. Me uno a este homenaje de todo corazón. Como amigo, como profesional, como lector, como admirador.
¡Viva Manfredo!
Carlos Giménez